Al principio el vaso está lleno de leche, blanca, tranquila, quieta. Pero la vida va echando cola cao en tu vaso.
Al principio acostumbrado a la tranquilidad te asustas. Rápidamente coges la cuchara y empiezas a dar vueltas como un loco a la leche, intentando disolver los polvos. Los que han quedado más esparcidos se disuelven, desaparecen, pero le dan un color a tu leche que antes no tenía.
Sin embargo hay otros grumos de polvos que se hacen fuertes y consiguen formar una pompa con tu leche. Y se quedan dentro, juntos y secos. Hay tienes esos grumitos dando vueltas y vueltas al compás de tu cuchara, pero sin deshacerse. En ese momento, ante la desesperación, decides aplastarlos contra la pared del vaso. Y con este acto consigues pringar toda la pared del vaso, y por mucho que te afanes en usar la cuchara para limpiarlo siempre quedan restos. Horrorizado ves como tu blanca leche cada vez está más oscura, y ya nunca volverá a ser la de antes.
Tras este primer ataque de los polvos todo empieza a quedarse tranquilo, y la leche parece recuperar algo de blancura.
Pero no creas que has conseguido eliminar el cola cao. La curiosidad, el aburrimiento, un momento de bajón, te hace meter la cuchara y dar vueltas a tu tranquilo vaso de leche. Con espanto contemplas que en el fondo está todo el polvo, hecho una masa marrón, que al moverla vuelve a colorear tu leche.
Y así va sucediendo cucharada tras cucharada de cola cao. Con tu leche cada vez más oscura y el residuo sólido del fondo cada vez de mayor volumen.
Pero la experiencia te hace ver que al llegar una nueva cucharada lo mejor es dejarla tranquila, esperar, observar y tener paciencia. Normalmente todo el cola cao termina por disolverse y depositarse en el fondo. Pero esto no es siempre fácil, puede ser que la falta de paciencia, o el deseo nos haga volver a utilizar la cuchara para aplastar un grumo rebelde.
Y así es la vida, cada uno tenemos nuestro vaso de cola cao, con más o con menos color, con más o con menos masa en el fondo. Incluso hay algunos que tienen grumitos rebeldes flotando. Ánimo! Coge la cuchara y a por ellos, aunque se quede tu vaso manchado, el tiempo terminará por borrar esas marcas también. Y tu leche cogerá más color. Y quien sabe, igual termina gustándote.
1 comentario:
Ya puestos yo la equipararía a un café. Sólo, cortado, con leche, o incluso con leche condensada. Con mucho azucar, con poca, sin ella (amargoooo), o incluso con sacarina (que endulza, pero no es lo mismo). Caliente, templado o frio (con hielo).
¿Tendremos algo que ver con el tipo café que tomamos?
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