lunes, enero 02, 2012

Arquitectos

Lo primero, decir que lo siento por los que lean esto y lo sean, o tengan familiares o allegados que lo sean. Pero es que tengo que decirlo.

Los arquitectos sobran.

Sobran ahora. En otras épocas más pujantes, quizá no, pero ahora sobran, e incluso estorban. Y no lo digo porque no haya trabajo. Me refiero a todos los que ejercen en lo suyo en construcción. Los que hacen esos “espacios convergentes hacia el entorno natural”, esas “envolventes arquitectónicas visualmente permeables”, y todas esas polladas varias que parece que se las enseñan en una asignatura ad-hoc.

Estamos en una crisis de pelotas. No se venden viviendas porque no hay pasta. Dejemos de hacer gilipolleces y hagamos cosas funcionales, baratas y efectivas. Si podemos hacer que un piso le valga al propietario uno o dos millones de pelas menos a base de no hacer pijadas que no aportan una mierda, ¿porque vamos a hacerlas si así se venderán más pisos?. Si podemos hacer una obra pública gastándonos la mitad simplemente con un diseño más “normal”, ¿Por qué no vamos a hacerla si así se podrán hacer más obras o la administración se gastará menos?

Pues porque es el trabajo de los arquitectos, y sin él, sobran.

Laboralmente me encontrado con muchos. Algunos buenos, dentro de lo que cabe, por ser prácticos y funcionales (lo que implicaba que no hacían ni el huevo, claro, a parte de elegir colores). Otros espeluznantes (sin tener ni puta idea de instalaciones, ni estructuras, ni de prácticamente nada, por lo que no hacían ni el huevo a parte de elegir colores). Luego están los que medio saben y se quieren hacer valer, como los que tengo ahora. Esos son los más peligrosos, porque estorban. No aportan nada a parte de la estética. Se la suda la funcionalidad al propietario, el coste, o lo complicado que sea de hacer. Por favor, dejen a los aparejadores hacer su trabajo, que ese sí que importa (aunque tampoco es que les tenga excesivo cariño), y quítense del medio.

Y ala, después del calentón ya me quedo tranquilo. Retiro la mayoría de lo que he escrito. Pero no digo qué.